Este poema, compuesto por
Bernart de Ventadorn en el s.XII, siempre me ha sobrecogido, encontrando en él
una delicadeza extraordinaria, una belleza digna de ser mostrada.
Pero antes de iniciar
la escucha y lectura de esta preciosa canción, me gustaría hablaros un poquito sobre su
autor, el contexto en el que vivió...
y ese periodo de la historia.
Bernart
de Ventadorn
Bernart
de Ventadorn (1130/1145 – 1190/1200), también conocido como Bernart de
Ventadour, fue un popular trovador, compositor y poeta provenzal.
Según el también trovador Uc de Santo (1217?-1253?), Bernart fue posiblemente hijo de
un panadero del castillo de Ventadour (Ventadorn) en Corrèze, en el Lemosín
francés. Otra fuente, un poema satírico escrito por un contemporáneo suyo,
Peire d’Alvernha, indica que era hijo de un criado, soldado o panadero del lugar.
Peire
d’Alvernha
Tras el
estudio de varios de sus poemas de juventud, “Lo temps vai e ven e vire”… por
ejemplo, se cree que aprendió el arte de cantar y de escribir de su protector,
el vizconde Eble III de Ventadorn. Además, sus primeros poemas, van dirigidos a
la esposa de este, Margarita de Turenne, de la que Bernart se enamoró profundamente.
A estas alturas, no hace
falta ser ningún "lince" para deducir que este hecho fue el que le forzó abandonar
Ventadour.
Desde entonces recorrería distintos lugares, viajando
hasta Montluçon o Toulouse, ciudad donde residió durante unos años.
Después de
largas andanzas, decidió buscar retiro en Dordogne, donde entró al monasterio
cisterciense de Dalon, muriendo allí, probablemente.
Bernart
de Ventadorn, en un códice manuscrito de la época.
Bernart
es único entre los compositores seculares del siglo XII por la cantidad de su
música que ha sobrevivido: de sus 45 poemas, 18 mantienen su música intacta,
una circunstancia inusual para un trovador (sobreviviendo a la cruzada albigense, que dispersó a los trovadores y destruyó muchas de sus fuentes). Según lo
expertos, su obra está datada entre 1147 y 1180, y se encuentra escrita en
“provenzal” (Bernart es acreditado a menudo por ser la influencia más importante
en el desarrollo de la tradición de los troveros en el norte de Francia).
La
mayoría de sus poemas son amorosos y se diferencia de otros autores de la época
por la forma tan personal de mostrar sus sentimientos.
Cancionero
provenzal del los siglos XIII-XIV,
también llamado Cancionero d'Urfé.
Bibliothèque Nationale de France, Département des manuscrits,
Français (22543)
La versión elegida para esta ocasión se encuentra en el primer trabajo
discográfico del ya desaparecido grupo “Els Trobadors”, formación encabezada por el
multi-instrumentista Alfons Encinas y la cantante Maria Dolors Laffitte
(conocida por much@s por ser una de las voces más significativas de la llamada “Nova cançó catalana” de antaño).
Maria
Dolors Laffitte con "tambor de cuerdas"
Curiosamente,
este trabajo publicado en 1991, fue el primero que compré en CD, un “nuevo”
formato que en aquella época emergía con fuerza (cuando yo, ni tan siquiera tenía
reproductor para escucharlo). Sin embargo, este disco, algunos lo saben bien, siempre ha viajado conmigo.
Ahora,
después de la explicación (necesaria o no), os dejo con esta auténtica
maravilla:
"Can vei
la lauzeta mover"
Can vei
la lauzeta mover
de joi
sas alas contra. l rai
que
s’oblid’ e.s laissa chazer
per la
doussor c’al cor li vai,
ai! Tan
grans envela m’en ve
de cui
qu’eu veya jauzion,
meravilhas
ai, car desse
lo cor de
de dezirer no.m fon.
Ai, las!
Tan cuidava saber
d’amor, e
tan petit en sai!
car eu
d’amar no.m posc tener
celeis don ja pro non aurai.
Tout m’a
mo cor, e tout m’a me,
e se
mezei’s e tot lo mon;
e can se.m Tolú, no.m laissez re
mas
desirer e cor volon.
Anc non
agui de me poder
ni no fui
meus de l’or’ en sai
que.m laissez
en sos olhs vezer
en un
miralh que mout me plai.
Miralhs,
pus me mirei en te,
mán mort
li sospir de preon,
c’aissi.m
perdei com perdet se
lo bels Narcisos en la fon.
"Cuando
veo a la alondra mover"
Cuando
veo a la alondra mover
de alegría
sus alas contra el rayo de sol,
y se
desvanece y se deja caer
por la
dulzura que le llega al corazón,
¡ay!, me
entra una envidia tan grande
de
cualquiera que vea gozoso,
que me
maravillo de que al momento
el
corazón no se funda de deseo.
¡Ay de
mi!, creía saber mucho
de amor,
¡y sé tan
poco!,
pues no
me puedo abstener de amar
a aquella
de quien nunca obtendré
ventaja.
Me ha
robado el corazón, me ha
robado a
mí,
y a sí
misma y a todo el mundo;
y cuando
me privó de ella no me dejó
nada más
que deseo y corazón
anheloso.
Nunca más
tuve poder sobre mí,
ni fui
mío desde aquel momento
en que me
dejó mirar en sus ojos,
en un
espejo que me place mucho.
Espejo:
desde que me miré en tí,
se me han
muerto los suspiros de lo
profundo,
porque me
perdí de la misma manera
que se
perdió el hermoso Narciso en la
fuente.
(Bernart de Ventadorn, s.XII)
.